salud mental

LA ANGUSTIA Y LA ANSIEDAD

20.05.2011 09:59

 

PROGRAMA: PSICOLOGIA

 

DOCENTE: JOSE ALBERTO GONZALEZ GUTIERREZ.

TIPO: DOCUMENTO DE TRABAJO.

Mayo 20 de 2011

 

                                      LA ANGUSTIA Y LA ANSIEDAD

 

 

La angustia y la ansiedad son dos estados emotivos paralelos, pero diferentes. Ambos pueden coexistir en el mismo individuo o, en el curso de una determinada situación o fase, manifestarse sucesivamente; es decir, que puede ocurrir que una persona en una principio experimente una crisis de ansiedad y que la misma se transforme progresivamente en angustia, o viceversa (sin embargo el primer fenómeno se produce con mayor frecuencia que el segundo)

 

           En la ansiedad, la conciencia capta un estado de inquietud que aumenta en forma progresiva, coexistiendo con una sensación de peligro inminente que parece amenazar la seguridad personal, o más exactamente, lo que suele experimentar el individuo ansioso es un sentimiento de anticipación de un peligro, con un total desconocimiento de la fuente del mismo.[1]

 

 

 

 

 

La ansiedad tiene su origen en la propia psique de quien la experimenta, y se manifiesta en forma de inquietud motriz e irritabilidad generalizada la ansiedad en grado intenso se considera patológica y altera la tranquilidad y el equilibrio emotivo.

 

La angustia, a su vez, es una respuesta emocional a un determinado estimulo que biene del exterior, y es más estática que la ansiedad, mas paralizante, mas inhibitoria.

 


 

La ansiedad es menos destructiva y, cuando es poco intensa, puede incluso ser constructiva pues impulsa al individuo a realizar cosas, llevándolo a veces a niveles de afirmación que nunca hubiera logrado alcanzar sin el resorte propulsor de la ansiedad.

 

 


La angustia, por su parte,es más viva, más fuerte y por eso mismo, como dice LOPEZ IBOR, afecta profundidades viscerales más ocultas. DEVAUX Y SOGRE hallan que la angustia es una forma de emotividad visceral y profunda, que se manifiesta esencialmente por el espasmo de la musculatura lisa. HECKEL, cree que la angustia es el equivalente, en el sistema vagosimpático, del dolor en el sistema cerebroespinal, y distingue dos elementos: Uno no Psíquico, la Ansiedad, fenómeno Bulbar; y otro Psíquico la Ansiedad.

 

Para Lopez Ibor, no puede haber ansiedad sin la participación de la corteza cerebral, con lo cual estamos plenamente de acuerdo.

Las diferencias que existen entre la angustia y la ansiedad son más claras en el campo del comportamiento.

 

Cuando experimenta ansiedad la persona trata de romper el cerco, las barreras que ese sentimiento va levantando; enfrenta el ambiente, más específicamente intenta actuar, lucha a su manera para reestablecer el equilibrio.

 

La ansiedad es percibida con mayor nitidez por el individuo, el impacto del fenómeno es registrado con mayor claridad por la conciencia, que el estado de Angustia.

 

La Angustia, la sensación de opresión es tan intensa y dolorosa, que el ser no hace ninguna tentativa por romper el cerco, su personalidad gira siguiendo círculos cada vez más estrechos en un progresivo alejamiento del ambiente. La personalidad se contrae y procura concentrarse en el Sí Mismo. Sin embargo la energía total no puede ser contenida en ese pequeño círculo y el YO hace esfuerzos desesperados para desplazarla, hacerla retroceder, transformarla, lográndolo realmente en las crisis leves, o cuando la angustia se hace crónica.

 

Ese desplazamiento se manifiesta en somatizaciones variadas y tiene forma de expresión a través de los órganos o vísceras más vulnerables o sensibles de cada individuo.

El individuo que padece angustia, experimenta una sensación de dilución, de evasión deletérea hacia la nada, va desapareciendo, es sólo un punto, no existe más.

 

Dado que la Angustia está impregnada de un fuerte carácter depresivo, el sujeto comienza a no desear ni siquiera existir, cuando esa onda emotiva alcanza el centro mismo del YO desaparece la conciencia de la existencia, y la persona se desmaya.

 

 

  ANGUSTIA.

 

Los seres vivos están amenazados de muerte en todo momento. Por este motivo han tenido que elaborar sistemas de alarma ante peligros. La información acumulada a lo largo de toda la evolución sobre éste problema está contenida en los programas primigenios relacionados con la alarma ante lo amenazante. La angustia es la señal de alarma ante lo amenazante. Esta sensación afectiva se hace presente cuando lo amenazante activa los programas primigenios en los que está contenida la información sobre los peligros.

 

Esta información ancestral inunda todo el cerebro, que tiene que elaborar un plan de defensa. Para poder hacer ésto, es necesario conocer que es lo que nos amenaza. Sino se le conoce, se continúan activando estos programas y manteniendo al individuo en alarma máxima. Este estado da lugar a múltiples ensayos de estrategias de defensa. Que resultan contradictorios, como prepararse para el ataque o para la huída, y que terminan alterando el propio organismo, e incluso causando la muerte, como se pone de manifiesto en los múltiples experiencias del mundo animal y humano.

Por este motido, la angustia tiene que ser un estado de alarma transitorio que debe dejar paso al miedo, que es la sensación ante lo amenazante conocido, por lo que se puede organizar la estrate2gia de defensa, que hace nacer la esperanza.

Estos mecanismos son comunes a los animales y al hombre, pero con la enorme diferencia que establece la inteligencia humana. La realidad que perecibe el hombre es tan rica, que es inabarcable. Por ello, el hombre está cogido en una contradicción insoluble. Por un lado necesita saber cómo es la realidad para así poder defenderse de la angustia, y por otro lado le es imposible hacerlo, dado lo inabarcable de ésta. De esta antonomia se sale mediante la fantasía. El hombre de construye «mundos» en los que se «instala» y a los que se les da la «función de territorio», en los que se siente seguro.

De esta manera, las construcciones cognitivas de la realidad se convierten en un instrumento contra la angustia. Son unas válvulas de seguridad contra ésta. Unas tapaderas de la angustia.

Casi todas nuestras interpretaciones de la realidad son sólo conjeturas, dado lo complejo y cambiente de ésta. Por ello, la duda subyace a toda interpretación. Pero cualquier duda significa el enfretarse a los desconocido y, por tanto, al despertar de la angustia.

Nuestras creencias cierran las compuertas que impiden que seamos inundados por la angustia insoportable, que nos mataría de terror.

 

 

 

 

 



    [1] ADRADOS, Isabel. La orientación del niño. ed. Kapeluz, 1980. p. 130.

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